El obispo de Faisalabad, monseñor Joseph Arshad, al abrir la Puerta Santa en la catedral de san Pedro y San Pablo de la ciudad, el pasado 20 de diciembre, expresó : Pakistán “tiene una tremenda necesidad de un mensaje de paz y de esperanza, nuestra tierra está herida por el terrorismo, y la atmósfera está contaminada por la intolerancia”.

En el último año hubo muchos ataques a la minoría cristiana, y por esto es crucial promover el perdón y la tolerancia, comenzando por las escuelas”. El obispo declaró el año 2016 como año de la Educación, para llevar a todos el mensaje del Jubileo de la misericordia.

“Agradezco al papa Francisco –dijo el prelado– por haber decretado el Año de la Misericordia en nuestro mundo atormentado por las guerras. Jesucristo es el rostro de la misericordia amorosa del Padre, y mirándolo a Él podremos dar un nuevo rostro a nuestro mundo”.

Monseñor Arshad explicó a la agencia AsiaNews que “todas las parroquias de nuestra diócesis organizarán actividades sobre el tema de la misericorda durante el año próximo. “Todos tienen necesidad –añadió- de estas iniciativas para repensar su vida y reparar en las conductas que prevalecen en la sociedad. Estos valores morales deben ser enseñados a través de la educación”.

“Mi diócesis está compuesta por áreas rurales y centros remotos donde la religión es el factor dominante”. En referencia a los ataques suicidas a dos iglesias de Lahore, que en marzo pasado provocaron 14 muertos y 70 heridos, el obispo señaló que “este año hubo incidentes, en los que los cristianos a menudo sufrieron injusticias de índole social, pero no obstante la minoría cristiana continúa alzando su voz en defensa de lo que es justo”.

Pakistán es el tercer país musulmán en el mundo y las minorías religiosas hace tiempo que expresan su preocupación por la discriminación y la inseguridad a las cuales están sujetos. En los últimos años, las acusaciones de blasfemia llevadas a cabo por los musulmanes terminaron con frecuencia en episodios de violencia y asesinatos. Además agregó: “La rabia y la desocupación contribuyeron a fomentar el fundamentalismo, que se volvió un problema tanto para el gobierno como para la gente común”.

“La Navidad –concluyó el prelado– es un período de alegría, amor y paz. Esta alegría debe ser compartida con todos los seres humanos. A la vez que celebramos el nacimiento de Cristo, debemos ser fuertes espiritualmente en nuestra vida de cristianos”.

Fuente: http://www.aica.org/